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miércoles, 13 de abril de 2011

Pintura neoclásica

Nos enredamos en la tarea de proclamar una injusticia y solicitar su disolución. Esa injusticia no es otra que la calificación y la estima merecidas durante largo tiempo por la pintura neoclásica española y por sus adeptos, ambas resueltamente negativas. Se ha considerado como una especie de morbo y bochorno de nuestro arte, y pocos dicterios han sido ahorrados al tratar de esta orientación. Desde la infancia, y a poco que nos asomemos a algún manualito informativo de plástica española surgían las condenaciones, no más leves si se variaba de fuentes informativas, recurriendo a otras más sólidas. Se daba por cuestión sentada que los pintores posteriores en una o dos generaciones a Goya tenían la obligación de ser Goyescos, o , por lo menos de coincidir con su estilo, con su gamas, con su mundo. Pues bien, lo mas benignino que cabe asegurar contra esa postura es que sus múltiples definidores ignoraban, al parecer, cómo el neoclasicismo fue tendencia de patente y obligada internacionalidad europea en determinado momento y cuánta era la cohesión de las tres bellas artes de esa misma orientación. No creemos que pueda ser valedera la discrimación de que la arqutectura neoclásica fue óptima por haber contado con Villanueva, la escultura aceptable por proporcionar a un Álvarez Cubero o a un Campeni y la pintura rechazable al no ser interpretada sino por los que se supone no pasen de mediocres figurones. Al ser supuesto, han sido mal o peor estudiados , y no otra es la manera de liquidar tajantemente una cuestión. Entretanto, las justas alabanzas a Goya desorbitan y estorban la correcta contemplación de su tiempo. Entendemos que es muy preciso, a la hora de resumir el arte de todo un siglo, reconocer a nuestra pintura neoclásica la elemental justicia que le corresponde y que le ha sido negada por antipatias inocentes, esto es, copiadas desde una página a otra sin demasiado criterio. No se pueden eliminar impunemente treinta años de un siglo por la sola razón de que la estética en ellos imperante no es la nuestra, ni siquiera la de nuestros abuelos. Y, al ser la vigente en una época resultará que el genial equivocado era Goya y no Madrazo, porque las eras se pueden medir por la gestión de las criaturas fuera de serie, sino por las dóciles a la normal rotación del tiempo. La historia de los genios excepcionales no nos sirve para construir relaciones continuas, y , en cambio, sí solicitamos la biografía, bastante más especular, de los humildes. En todo caso, la pintura neoclásica no era ninguna novedad decimonónica, porque ya se habia venido fraguando en varios grados durante la gestión de las academia deciochescas. Precisamente, sus mejores frutos en el siglo que nos importa suelen mostrar mayor efusión y calor del que hubiera cabido antes de 1800, dado que ya se advertía un hábito de romanticismo impalpable e indefinible, pero absolutamente decisivo. La fusión y sus grados son cuestiones demasiado complejas para determinar en cada uno de los actuantes que van a ser recordados y que compondrán un número bastante mayor que el que habitualmente se asigna. Porque concluir que los tres únicos neoclásicos del color fueran Madrazo, Aparacio y Ribera no es sino pura inocencia. Ya veremos que hubo otros, variamente teñidos de nostalgias setecentistas o de modulación romántica, y que por estarlo han merecido menor cantidad de desprecio. En cualquier caso, aqui no se va a defender sino la legitimidad de una adscripición, sin que ello impida alabanzas sentidas y los naturales vejámenes a que debe quedar reducido un viejo tópico.




EJEMPLOS DE PINTORES NEOCLÁSICOS:



José Madrazo: Pintó cuadros de temas religiosos e históricos. Inició, junto a José Aparicio, la corriente histórica, pictórica, patriótica, una corriente artistica neoclásica, con base en temas patrióticos. Se enmarca en un estilo clasicista puro. Su estilo se caracterizaba por su extrema teatralidad y por la tématica histórica de exaltación patriótica, siguiendo el modelo de David.



Jacques Louis David: introdujo el neoclasicismo en Francia y fue su máximo exponente. Su neoclasicismo era frío y calculado. Sus temas eran heróicos y patrióticos e iniciaron el camino hacia el romanticismo.



Francisco de Goya y Lucientes: pintor español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo.

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